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Romanos 12:12 “Gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración”.

Escrito Por: Dayse Villegas Zambrano

¿Qué significa ser sufridos en la tribulación? En primer lugar, quisiera que abramos el lente alrededor de este capítulo, y observemos que Pablo eligió escoltar esta actitud (el sufrimiento) con otras dos: el gozo en la esperanza y la constancia en la oración. Las olas del sufrimiento no nos golpearán una tras otra, sino que Dios enviará remansos de gozo y también intensos periodos de oración. Fortalecidos por estos, podremos sufrir dignamente en los tiempos difíciles. 

Y así, ya tenemos dos indicaciones de cómo sufrir a la manera de Cristo. Pero hay más. Lea desde el verso 9 de este capítulo 12 de Romanos. Como iglesia, nunca aprenderemos a sufrir dignamente si no nos amamos de manera fraternal, sin fingimiento. 

Tampoco sufriremos dignamente si nos aferramos a lo malo en vez de aborrecerlo, y si nos volvemos perezosos en espíritu, en vez de ser fervientes en el servicio, compartiendo para las necesidades de los santos y practicando la hospitalidad. 

No, definitivamente no sufriremos con gracia si primero no hacemos una práctica de bendecir a los que nos persiguen, y olvidar toda retaliación. Si no somos empáticos con el que se goza y con el que llora, si no somos unánimes, si no somos humildes y si no reconocemos que no podemos ser sabios en nuestra propia opinión. 

Y definitivamente no sufriremos a la manera de Cristo si no sabemos estar en paz con todos y si somos presurosos a devolver el mal y en vengarnos. Hermanos, jamás seremos mártires de Cristo si somos incapaces de tener compasión de los que no nos aman. 

Así que, hermanos, ¡sufrir no es derrumbarse en un rincón! Es trabajo serio, trabajo espiritual, arduo, productivo, enriquecedor. En la iglesia se sufre cantando y trabajando. Los cristianos sufrimos activamente, amando, orando, sirviendo, perdonando. Transformemos nuestra actitud, cambiemos nuestra mirada. Esto es la nueva vida, la vida en abundancia. “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla.  Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas” (Salmos 126:6).

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