Romanos 12:2
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Escrito Por: Dayse Villegas Zambrano
¿Recuerda la transformación de Jacob? Volvamos al Génesis. Al hombre que recibió un nombre nuevo, que ha trascendido hasta hoy a sus descendientes como Israel, le costó toda su vida asumir su conversión, pues tenía 130 años y seguía alternando entre sus dos nombres, antes y después de Peniel. A ratos era Israel, profetizaba y bendecía. A ratos era Jacob, un anciano apesadumbrado por el futuro de sus hijos. Le costó toda una vida.
No lo estamos juzgando, estamos mirándonos en su espejo. El crecimiento es un proceso para toda la vida. No es una expansión vertical u horizontal de nuestro viejo yo. Es una transformación desde lo profundo a una nueva naturaleza. Es el Señor Jesús creciendo en nosotros, tomando dominio, haciendo todo de nuevo.
Usted nunca se conforme. No se ponga cómodo y piense que así como está, ya está bien. Ya sirvió bastante, ya predicó suficiente, ya creció, ya dio todo lo que podía. Y que trabajen otros. Recuerde que sus dones y talentos son como una chequera en la que Dios ha escrito cantidades que le tomará toda la vida usar. Hasta el último día de su vida tiene sentido en manos de Dios. Tal vez su ministerio cambie de lugar o de tamaño, pero usted no cambiará de Señor.
¡Renueve su entendimiento! No abandone la palabra. Compruébela todos los días, como alguien que prepara deliciosas comidas y quiere asegurarse de que queden perfectas. Pregunte a Dios cuál es su voluntad para usted cada día. Y siga creciendo.