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Romanos 4:16-17 “Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen”.

Por:  Dayse Villegas Zambrano

Continuamos con Abraham, cuya vida nos enseña que si bien la gracia de Dios siempre ha sido, la fe nos puso en el lugar correcto para alcanzarla. ¿Y sabe qué nos dice ahora el apóstol Pablo de la gracia? Que ella es firme. Que desde Abraham ella fue instaurada y se mantiene para toda su descendencia, no solo para los hebreos, sino también para los creyentes. 

¡El padre de todos nosotros! Para entenderlo bien, Abraham es el pionero en la fe, no necesariamente tiene que ser nuestro ancestro y definitivamente no ocupa el lugar de nuestro Padre espiritual, un rol dado al Señor Jesús. 

Y aquí vamos con otro de los beneficios de la gracia: Dios da (obsequia, regala) vida a los muertos y llama a las cosas que no son como si fuesen. Es muy ambicioso tratar de entender esas dos afirmaciones, pero meditémoslo juntos. 

Primero, no solo habla de una resurrección física, como la de Lázaro, sino de un paso de muerte a vida espiritual. Un nuevo nacimiento. Y luego menciona un cambio de dignidad, una restitución. Alguien que era enemigo de Dios viene a ser hijo de Dios. Alguien que era acusado y culpable ahora es defendido y justificado. Es más, el texto sugiere que Dios, el dador de la fe, es el más grande portador de la fe. Pues cuando no éramos, él nos llamó como si fuésemos. “Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Cuando no queríamos, ni creíamos, ni pedíamos salvación, ésta ya había sido hecha. 

Aceptar esto nos deja en silencio, y está bien. Ante la revelación de Dios, a veces podemos quedarnos sin palabras. Que en este año muchas otras revelaciones de la gracia nos dejen mudos de asombro y de agradecimiento. 

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