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Romanos 5:8 Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.

Escrito Por: Marianella Layana de Jácome

Así como nosotros los Padres amorosos nos esforzamos por entender y aceptar a nuestros hijos pese a todos sus errores, así mismo es nuestro Padre que está en los Cielos.

¿Cómo muestra Dios su misericordia a sus hijos? En la forma como nos trata, porque él conoce absolutamente todo sobre nosotros, todo lo que hacemos y hasta los pensamientos más escondidos de nuestra mente. Aun así, el Señor no nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según nuestras maldades. Él no nos da el castigo que merecemos.  Por sus misericordias no hemos sido consumidos.

No es que Dios ignore nuestras malas acciones o los malos pensamientos que podamos tener. Él los conoce, pero aun así él nos ama.  Por su amor y su misericordia al enviarnos a su Hijo se creó ese camino que nos permite acceder a su Presencia. 

¿Acaso todos nosotros éramos dignos o merecedores de la salvación? Todos hemos pecado y merecemos el  castigo, pero  Jesús llevó sobre él el castigo que le correspondía a cada uno de nosotros llevar.

Una Iglesia que crece en gracia es una Iglesia rica en misericordia hacia sus hermanos creyentes, hacia el prójimo y más necesitado.

Esa misericordia que nos lleva a amar y perdonar aun cuando alguien no lo merece,  a pesar de haber sido lastimado, calumniado o incluso rechazado. Esa misericordia que nos lleva a compartir el mensaje de salvación a un  mundo perdido en la maldad del pecado, misericordia que nos hace más parecidos a Cristo, más agradables delante de Dios.

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