Romanos 8:15 Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
Por: Daniel Mora Jiménez.
Antes de ascender a los cielos, Cristo dejó una promesa con sus discípulos por cuanto el se iría pero no dejaría solo a los suyos, sino que enviaría al otro consolador, esto es, al Espíritu Santo; el sería y es el que guía a la Iglesia en la nueva dispensación de la Gracia, la biblia también nos muestra que el Espíritu Santo es la garantía de nuestra salvación.
En en texto citado, el Apóstol Pablo nos esta exhortando en cuanto a la nueva vida que tenemos en Cristo, una vida que no es regida por los deseos de la carne, sino que vivimos con el deseo de agradar a Dios en cada momento de nuestra vida, y para esto tenemos la ayuda del Espíritu Santo, por lo cual todos aquellos que son guiados por Él, “tales son hijos de Dios”. Es por ello que aquellos hijos no viven en esclavitud ni en temor, porque en sus vidas mora el Espíritu Santo y es quien da testimonio a nuestras vidas de que ya no somos huerfanos, sino que ahora tenemos una nueva identidad, a causa del Amor de Cristo.
Pero algo más añade el Apóstol al mencionar que aquel espíritu de adopción nos permite clamar Abba, Padre. Estos términos son muy importantes porque la palabra Padre en el griego es Pater y este término incluye connotaciones legales dentro del derecho romano, por lo cual es un uso muy frecuente, pero la palabra Abba es un término en arameo que alude a una frase de cariño que solo se decía en una relación de padre e hijo.
El hecho de que tu y yo podamos con toda confianza decirle Padre al Dios Eterno, es una bendición que solo fue posible a casusa del amor de Cristo demostrado en la Cruz; ya no somos desconocidos, ahora tenemos un Padre el cual cuiado de nosotros y al cual podemos decirle “Abba Padre”.