Salmo 119:103 “Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca”.
Escrito Por: Nelly Jácome de Pérez
La mayoría de personas entienden la importancia de la nutrición física, pero descuidan la nutrición espiritual para su propio perjuicio. Somos seres espirituales tanto como físicos. Por consiguiente, nuestra salud física a menudo está ligada a nuestro bienestar espiritual.
Una vez, cuando los discípulos de Jesús le instaban que coma, Jesús les dijo que tenía una comida de la que ellos no sabían. “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34). Para Jesús, hacer la obra de Dios tenía prioridad sobre sus propias necesidades físicas.
Podemos discernir la voluntad y dirección de Dios para nuestras vidas diarias al estudiar las Escrituras. Dios promete que su palabra no volverá vacía. En otras palabras, porciones diarias nunca resultan en calorías vacías. La sabiduría y profundas nociones de la Biblia infunden en nuestra alma conocimiento y paz. Sus relatos inspiradores nos sirven esperanza, y sus mandamientos nos ayudan a evitar dolores de corazón.
La palabra de Dios puede suplir nuestras necesidades. Es aliento para nuestros corazones, paz para nuestras almas, dirección para nuestras mentes, y nutrición para nuestros cuerpos.
Padre celestial, pan de vida, que pueda cada día con anhelo ardiente de nuestro corazón, buscar tus palabras que dan vida, consuelo, fortaleza, esperanza, guía, paz y mucho más. Quiero alimentar mi espíritu para vivir conforme a tu voluntad, en el nombre de Jesús, Amén.