Salmo 119:4-5 “Tú has establecido tus preceptos, para que se cumplan fielmente. ¡Cuánto deseo afirmar mis caminos para cumplir tus decretos!”.
Por: Daniel Mora Jiménez.
El Salmo 119 está compuesto por un total de 176 versículos y 22 estrofas, siendo el capítulo más largo de toda la biblia, en él encontramos un desarrollo amplio acerca de la importancia de la ley de Dios, para lo cual, el salmista, la describe de varias formas, tales como “Tus estatutos”, “Tus caminos”, “Tus preceptos”, “Tus decretos”, “Tus mandamientos”, “Tus justos juicios”, entre otros; todas estas definiciones guardan una relación, en cuanto a la idea de la existencia de un gobierno, dentro del cual personas que forman parte de ella deben cumplir con las leyes dictadas por el superior.
Alrededor de la historia, hemos visto como la humanidad ha tenido la necesidad de emitir leyes para poder regular las relaciones entre personas y el estado, pero muchas de estas leyes, aunque hayan sido legítimas, no han sido justas puesto que vulneran ciertos derechos humanos; pero encontramos una gran diferencia en las leyes dadas por nuestro Dios, puesto que el salmista señala que los juicios de Dios son justos.
De la misma forma, que el salmista, nosotros debemos entender cuán importante es para nuestras vidas, el conocer cada día más de Dios por medio de su Santa Palabra; por medio de ella somos instruidos en el camino que Él anhela que andemos, por ello, el Salmo 119:1-2, señala la dicha y el gozo que tiene todo hombre en caminar en obediencia a Dios, pero cuando nosotros tomamos nuestro propio camino se nos pueden presentar graves problemas, tal como lo menciona el libro de Proverbios 14:12, “existen caminos que nos pueden llegar a parecer buenos, pero al final son caminos de muerte”, de la misma forma nuestro Señor Jesucristo señala en Mateo 7:13-14, “que existe un camino que es ancho y amplio en su porton, pero lleva en dirección a la perdición y lamentablemente muchos van por esta vía, pero hay un camino estrecho que lleva en dirección a la vida”.
Por lo tanto, para transitar por el camino a la vida, debes renunciar a tus caminos, a tus ideas o pensamientos y vivir en los pensamientos de Dios, siendo obediente en todo lo que nos ha ordenado.