Salmo 119:50 “Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado”.
Escrito Por: Nelly Jácome de Pérez
En la vida todos necesitamos ser consolados en algún momento, la tristeza nos embarga y necesitamos que algo ocurra y nos consuele, un cambio suele producir ánimo, pero tarde o temprano desparecerá, en cambio hay algo que puede traer un gran consuelo, “acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me has hecho esperar” (Salmo 119:49).
Este es mi consuelo en la aflicción: que tu palabra me ha vivificado. Sí, la vida viene acompañada de tantos problemas, de preocupaciones de situaciones difíciles que nos pueden producir desánimos, tristezas, preocupaciones y necesitamos ser consolados, y para esto no hay mejor consuelo que la Palabra de Dios. En ella es donde Dios nos hace esperar a que su voluntad se cumpla, ciertamente en ningún otro lugar estaremos como en ella y nuestro consuelo es que nos da vida, nos ofrece aliento y fuerzas cuando parece que nada tiene sentido.
Dios ha ordenado que su Palabra, hecha poderosa por el Espíritu, lleve consuelo, fortaleza, y esperanza a sus fieles cuando ellos sufren pesar y aflicción. Por cuanto la Palabra de Dios es viva (Hebreos 4:12), tiene poder para revivir y renovar a los que habitan en ella y en Dios (Juan 14:27). Cuando se encuentra afligido, el creyente debe volverse al Señor y a su Palabra, encontrando por medio del Espíritu Santo paz en su corazón (Filipenses 4:6-9).
El salmista encuentra consuelo en las ordenanzas antiguas, ¿Somos así nosotros? ¿Cuál es el lugar en el que buscamos consuelo en nuestra tristeza? ¿Dónde te escondes tú cuando estás mal? Sin duda el mejor lugar es la Biblia, donde encontramos verdadero consuelo y que podamos decir como el salmista, “esto se ha hecho parte de mí: guardar tus preceptos”.
Señor Jesús, cuanta paz encierra tu Palabra, que podamos buscar en ella lo que necesita nuestro espíritu y alma, en momentos de angustia y temor, sabiendo que eres nuestro ayudador y pronto auxilio en la tribulación, Amén.