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Salmo 119:80 “Sea íntegro mi corazón en tus estatutos, para que no sea yo avergonzado”.

Por: Daniel Mora Jiménez.

Nuestra vida fuera de Dios estaba llena de pecado, transgresiones y desobediencia a su Palabra, viviamos en delite de nuestros deseos pecaminosos, conforme a la idiosincrasia de este mundo el cual nos enseña a regocijarnos en el pecado, nos impulsa a todo tipo de depravación, pero al tener nuestro entendimiento cegado creeremos que todo esto es “vivir la vida”. 

Sin embargo, la Palabra de Dios nos muestra que todo aquel que esta en Cristo, nueva criatura es, por lo cual todo lo pasado ha quedado atrás para poder seguir hacia la nueva vida que Él nos ha dado, pero esto no implica que el pecado se aleje de nuestras vidas, el salmista nos muestra una actitud ante el pecado y es “vergüenza”. El hombre malo se deleita en la desobediencia, pero nuestra actitud ante las faltas que podamos cometer ante Dios, debe ser distinta, pues nuestro Dios no habita en pecado, su morada es en santidad y a esa santidad hemos sido llamados a vivir. 

Pero esta vergüenza que nos produce el pecar, nos debe conducir a un solo camino, “el arrepentimiento”, por ello el salmista nos muestra que no tendremos tal vergüenza cuando prestemos atención a la Palabra de Dios, entendiendo que esta nueva vida que Dios nos ha dado por medio del sacrificio perfecto de nuestro Señor Jesucristo nos llama a vivir en buenas obras, las cuales han sido señaladas por Dios de antemano para que caminemos en ellas. Obedezcamos a Dios y enderecemos nuestros caminos, a fin de que seamos hallados irreprensibles, siendo luz en medio de una generación maligna y perversa.

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