Salmo 15:1-5 “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo?¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, Y habla verdad en su corazón.
Escrito Por: Nelly Jácome de Pérez
En el libro del Éxodo podemos ver como al Señor le interesó siempre tener una intimidad, comunión y contacto directo con su pueblo. La palabra “tabernáculo”, significa: habitación; es decir, es el lugar en donde Dios mismo decidía habitar. No porque pueda algún lugar creado por manos de hombres sostenerlo (Hch 17:24); sino porque Él mismo quería hacerse sentir para los escogidos de Él. Sabemos que una de sus cualidades es la omnipresencia y Él está en todas partes al mismo tiempo, pero Él eligió un lugar en donde su pueblo pudiera siempre encontrarle.
En este salmo David da un consejo en forma de advertencia; todo aquel que desee estar en el monte santo de Dios; deberá hacer lo que, a Él le agrada. Ahora, siendo totalmente honestos ¿Quién de nosotros tiene una conducta integra e intachable? ¿Podemos decir que siempre decimos la verdad (v. 2), que nunca hablamos mal de otras u ofendemos a otras personas (v. 3)? ¿Honramos a Dios y a los demás (v. 4)? ¿Somos honestos en nuestros negocios (v. 5)?.
Este pequeño salmo nos enfrenta ante la Ley de Dios. Tenemos que leer este Salmo como si fuera un espejo para nuestra alma, en la que podamos ver nuestro estado espiritual.
En ese espejo, podemos ver que muchas cosas:
- Lo que Dios quiere de nosotros: El salmo nos lo dice. Dios pretende que vivamos de la forma en que este salmo enseña. Integridad, honestidad, amabilidad, honor, misericordia, respeto, amor.
- Lo que nosotros pensamos de nosotros mismos: En general, las personas tienen una idea positiva acerca de su moralidad. Creemos que somos buenas personas. Pero cuando nos vemos reflejados en el espejo de la Ley de Dios, comprendemos lo lejos que estamos de ser lo que Dios quiere que seamos.
Necesitamos la gracia de Dios: Cuando somos conscientes que no somos lo que deberíamos ser, es ahí cuando entendemos que necesitamos de la gracia de Dios para poder acercarnos a Él. La realidad es que, viéndonos en el espejo de la Ley de Dios, nos damos cuenta que, si no fuera porque Dios nos perdona y nos ofrece la vida perfecta de Cristo, ninguno de nosotros podría presentarse delante de Él. Sería imposible. Nuestros pecados son demasiados. Nuestros defectos muchos. Por eso Jesús tuvo que padecer en la cruz, para salvarnos y poder presentarnos delante de Dios sin machas, ni defectos, Amén.