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Salmo 25:5 “Encamíname en tu verdad y enséñame, Porque tú eres el Dios de mi salvación; En ti he esperado todo el día!.

Escrito Por: Nelly Jácome de Pérez

El salmista continúa en su búsqueda del conocimiento cercano de Dios y ahora casi repite lo que dijo en el versículo 4 “Muéstrame, oh Jehová, tus caminos;
Enséñame tus sendas; sin embargo, lo que vemos es su voluntad de profundizar en ese conocimiento. Demuestra que no quería estar limitado o atado por una práctica religiosa o una formalidad social.

El clamor fue intenso y dirigido a Dios mismo, no hubo intervención humana o práctica religiosa aquí entre el sirviente y el Señor. Lo que el salmista quería era que Dios le mostrara, que le revelara la verdad de su voluntad; se mostró medio frustrado con “las verdades” que conocía, y por eso quería más.

“Enséñame”, tú, Dios! No estoy satisfecho con lo que he aprendido hasta ahora. El siervo comprende y busca la totalidad de su Dios, y lo hace a través de su declaración de fe, cuando dice: “porque tú eres el Dios de mi salvación”. Que pueda buscar tu Palabra, para sumergirme en las profundidades de tu conocimiento, que pueda comer de tus mieles mi Dios, porque en ti encontramos la plenitud de la vida. 

La palabra “salvación” aquí se usa para representar “liberación” y “ayuda”; por lo que el salmista era plenamente consciente, de la acción de Dios en el cuidado de su vida en todo momento, ¡eso es fe!.

El salmista sigue declarando: “En ti he esperado todo el día”; comprende por el ejercicio de su fe que no siempre las cosas que esperamos suceden en la hora que deseamos, de ahí la importancia de descansar en Dios, dejando con Él la resolución de todas nuestras preocupaciones. Depositemos en Él nuestras cargas, con la seguridad que es capaz como Dios Omnipotente de poder cargarlas y dar en su momento, de acuerdo a su voluntad que es buena, agradable y perfecta, la solución a cada una de ellas. ¡En el día que temo, yo confío en mi Adonay!, Amén.

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