Salmo 51:12: “Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente”.
Por: Marianella Layana de Jácome
A veces, en nuestra vida cristiana, podemos sentirnos cansados, abatidos o incluso alejados de la alegría que nos dio conocer a Cristo. El salmista, después de reconocer sus errores, pide a Dios que le devuelva ese gozo profundo que solo nace de la experiencia de ser salvo.
El gozo de la salvación es una satisfacción que surge del conocimiento de que somos perdonados, aceptados y amados por Dios. Esta alegría nos fortalece, nos da esperanza y nos impulsa a seguir adelante en medio de las pruebas.
Cuando ponemos nuestra mirada en Él, incluso en medio de las pruebas más duras, recibimos una paz y un gozo que el mundo no puede dar ni quitar, Filipenses 4:4: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” no porque las circunstancias sean fáciles, sino porque Dios sigue siendo digno de toda gloria.
Glorificar a Dios en medio de la aflicción no niega el dolor, ni nos aparta de la realidad, sino que llena de propósito nuestra vida y nos conecta con nuestro Padre.
Así que sí, la solución muchas veces es sencilla pero así mismo es poderosa: Tan solo ¡Comencemos a glorificar a Dios en medio de la prueba!.