Salmos 119: 63 “Compañero soy de todos los que te temen, y de los que guardan tus preceptos”.
Escrito Por: Welinton Flores Flores
Todos en un momento dado, necesitamos de otros para compañerismo y ayuda mutua. Lo mismo pasa entre los cristianos, no importa cuán fuertes pensemos que somos en nuestra fe, pero es pertinente relacionarnos con el Cuerpo de Cristo.
Incluso cuando fracasamos, fallamos o pecamos es una oportunidad para contar con alguien que nos levanten y edifique con sabias palabras basadas en el conocimiento de Dios, y así mismo, debemos estar dispuestos ha hacerlo por ellos.
El apóstol Pablo era fuerte en el Señor y en su fe. Podría ser fácil pensar que él no necesitaba ningún compañero. Pero el libro de Hechos y las epístolas de Pablo nos muestran algo diferente. Hechos 16 registra el viaje de Pablo y Silas, con el propósito de compartir el evangelio de Jesucristo. Cuando llegaron a Filipos, se encontraron con piedras en el camino y rechazo a tal punto que fueron encerrados a prisión en Hechos 16: 25-26 dice: “Hacia la medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos de alabanza a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron”.
Incluso Pablo podría haberse sentido sin esperanzas si Silas, su compañero, no hubiera estado con él. Pero juntos, oraron y cantaron himnos de alabanza al Señor, a pesar de su situación desesperada. Los prisioneros y el carcelero los escucharon cantar y alabar. Ellos experimentaron el amor de Cristo a través de la fortaleza de Dios del uno al otro.
Como otro ejemplo podemos ver a Pablo cuando viajó para compartir el evangelio con Bernabé, Tito, Lucas, Timoteo y otros, él remitió varias epístolas con cada una de esas vivencias y compañeros. Su amistad y apoyo mutuo lo basaron en los pilares de la fortaleza “tenían comunión, oraban, alababan y predicaban el evangelio.” que gran ejemplo nos ha dejado esta enseñanza. Un gran reto de ser bendición para nuestro entorno con ejemplo y obra.
Padre Eterno, gracias por ponerme en esta posición de apoyar en oración, en servicio y compañerismo con quienes comparten conmigo el deseo arduo de servirte con amor, haz de mí una persona que sepa llegar en momentos oportunos a la vida de mis hermanos, cuando más necesiten de mi apoyo sincero, en nombre de Jesús, Amén.