Salmos 24:3-5 “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño. Él recibirá bendición de Jehová, Y justicia del Dios de salvación”.
Escrito Por: Ps. David Pérez Vera
Este día empezamos con una pregunta muy directa, la misma que es realizada a todo hijo de Dios ¿Quién puede subir al monte del Eterno? Si esta pregunta nos deja estupefacto, paralizados, sin palabras, sin argumentos, no te preocupes, parece que la pregunta fuera sencilla y cuya respuesta debería ser igual. Pero déjeme decirle, que no es nada fácil responder esta pregunta. Porque se necesita para ello, que usted y yo tengamos plena convicción de quien en realidad somos y quién nos hizo lo que somos. Por esto mismo, aparece una nueva pregunta ¿Quién puede estar en su lugar santo? La Palabra de Dios, nos da la pauta necesaria para contestar las interrogantes presentadas. Sólo el de manos limpias y corazón puro, el que no adora ídolos vanos ni jura por dioses falsos.
Es necesario clarificar, que en ningún momento escribí las reglas ni me preguntaron qué opinaba de ellas. Lo que sí le puedo decir en este día, es que el mismo Eterno es quien decidió estas condiciones a cumplir para cada uno de sus hijos y que sólo ejecutándolos lograremos subir a Su Presencia y estar con Él en su monte santo, por lo que, a nosotros nos corresponde solamente creer y obedecer o no creer y desobedecer. Aquí la Palabra repite una y otra vez el principio de la salvación y la separación entre los santos y los demás.
No podemos evitar descubrir, con pasajes como el de hoy, que nos manifiestan que no todos habitaremos en el mismo lugar después de esta vida. Unos podrán estar en el lugar santo en presencia del Eterno mientras que otros no. En tal sentido se plasma nuevamente la pregunta ¿Quién sube al monte del Eterno y quién puede estar en su lugar santo? Simplemente aquellos que son limpios, de corazón puro, que no adoran ídolos ni juran por dioses falsos.
Es hora de alistar el templo, que representa nuestra vida en Cristo Jesús. La edificación está realizada y los utensilios también, y si tu templo todavía tiene las manos sucias, el corazón impuro o el alma desviada, o quizá alguna mentira, es hora de arrepentirnos, ponerlo todo en orden porque viene el arca, la presencia de Dios viene, viene como una nube ante la cual nadie puede permanecer indiferente, viene con todo su peso de gloria, viene a derramar de su bendición de su justicia y de su salvación. Es hora de levantar manos blancas al cielo, de entrar en el gozo del Eterno, de tener una cita ante el trono de la Gracia. Hoy es el día, recibamos la bendición del Eterno, Shalom.