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Salmos 34:14 “Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela”.

Escrito Por: Ps. David Pérez Vera 

El Espíritu Santo de Dios inspirando al salmista, ordena a los hijos de Dios que se abstengan de todo mal y se dediquen a la obra de hacer el bien a su prójimo. En tal sentido esta porción bíblica generalmente se la cita como si el salmista David tratara las dos partes del arrepentimiento. 

Para una mayor comprensión, podemos sostener que el primer paso en la obra del arrepentimiento es que el pecador abandona los desenfrenos, depravaciones, perversiones y vicios a los que es adepto, partidario, es decir un compulsivo adicto y renuncia a su antigua forma de vida. Y, por otra parte, en segunda instancia, lo que enmarca su comportamiento según la justicia. 

Lo más interesante para este día, es que se nos enseña especialmente a la luz de la Palabra de Dios, cómo debemos tratar con nuestro prójimo. Como sucede a menudo, que el ser humano que no solo es espléndido, sino que también es derrochador hacia algunos o al menos ayuda a muchos por sus actos de bondad, perjudica a otros al defraudarlos e herirlos, David, con mucha propiedad, comienza diciendo: que aquellos que desean que su vida sea aprobada ante Dios, deben abstenerse de hacer el mal. 

Por otro lado, como muchos piensan, siempre y cuando no hayan desilusionado, afectado ni herido a ninguna persona, han cumplido con el deber que Dios exige de ellos, pero la Palabra agrega, con igual intensidad, el otro precepto relativo a hacer el bien a nuestro prójimo. No es la voluntad del Eterno que sus hijos estén inactivos, sino que se ayuden unos a otros, deseando el bienestar y la felicidad de los demás. 

En tal sentido, nuestro Padre Celestial insta al salmista de manera directa e inculca la necesidad de mantener la paz, cuando sostiene: “busca la paz y síguela”. Ahora sabemos que esto se mantiene con gentileza y tolerancia. Pero como a menudo tenemos que ver con personas de espíritu impaciente, inseguro u obstinado o con aquellos que siempre están listos para provocar conflictos en la más mínima ocasión; así como también muchas personas malvadas suelen irritar a otros; y como otros, por su propia maldad, se alinean a esas actitudes. Como hijos de Dios debemos de esforzarnos diligentemente por encontrar motivos de contención; porque no solo, se nos enseña que debemos buscar la paz, sino que, si en algún momento parece huir de nosotros, nos pide que usemos todos nuestros esfuerzos sin dejar de buscarla. Por eso en este día, alejémonos del mal y hagamos el bien, sustentados en la paz que Cristo Jesús trajo a nuestras vidas, Shalom.

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