Salmos 71:3 “Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente. Tú has dado mandamiento para salvarme, Porque tú eres mi roca y mi fortaleza”.
Escrito Por: Dayse Villegas Zambrano
¿Tiene usted un plan de contingencia para su hogar? En los tiempos antiguos, la medida de seguridad en casos extremos era huir a los cerros, a las rocas, a las fortalezas talladas en piedra en las que se atrincheraban los reyes y lo más selecto de sus ejércitos.
En nuestros tiempos, se considera que es prudente tener una maleta de emergencia para salir de la casa en caso de desastres naturales o accidentes. También tener un lugar seguro donde refugiarnos con la familia, como un parque o lugar despejado. Unos lo hacen y otros no. Pero todos tenemos algo en común: esperamos jamás necesitar de la maleta ni del lugar seguro. Cruzamos los dedos esperando que no pase nada malo. En cuanto a la guerra, no hay mucho que podamos hacer; hemos inventado armas que se encargan de que ningún lugar sea seguro. Estamos resignados.
Pero en Dios, usted no tiene que resignarse a vivir sobresaltado o vivir cruzando los dedos cuando bien puede tomar la decisión: vivir en el lugar seguro. Con el Rey. Como hijos del Rey. Para esto, deje de pensar en Dios como si Él fuera el último recurso. Deje la peligrosa costumbre de vivir como si nunca fuera a necesitarlo. Dios es el preeminente recurso de nuestras vidas.
Dios es el esencial compañero de nuestras almas. Es nuestra roca de refugio y nuestra fortaleza a la cual podemos acudir continuamente. Él no de duerme. Él no se cansa. “Al que a mí viene, no le echo fuera”.