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Santiago 1:2-3 “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”.

Escrito Por: Dayse Villegas Zambrano 

Otro verso muy conocido, pero difícil de aplicar, que combina dos aspectos del fruto del Espíritu: gozo y paciencia. Qué inexplicable parece la gente que siempre anda gozosa y que no se irrita por las cosas que se interponen en su camino, sino que pacientemente rectifica el rumbo, a veces tiene que rehacer sus planes o esperar el momento más oportuno, y lo hace todo con una sonrisa. 

Ah, pensamos. Así seré cuando esté en el cielo. Nada me impacientará, nada me molestará, tendré todo el tiempo del mundo y la tranquilidad de un santo. 

Pero el gozo y la paciencia no son premios que recogeremos al atravesar las puertas celestiales. Son regalos depositados aquí y ahora en nuestras vidas por la acción del Espíritu Santo. Y Dios espera, muy pacientemente, que los desarrollemos durante esta fase de nuestras vidas. No luego. Ahora. No cuando se resuelvan todos nuestros problemas. Sino justo en medio de todos nuestros problemas. 

Al cristiano, pasar por dificultades debe hacerle brotar de lo más profundo un canto de gozo. ¡Qué difícil! De muchas personas brotan otras cosas. Bueno, el cristiano rezuma gozo porque sabe que de este desafío saldrá actualizado, más paciente, menos intolerante al dolor, a las demoras y a las frustraciones. 

Fíjese cuánto cuesta a veces recibir una actualización en nuestros equipos electrónicos. Todos queremos que ya llegue, para recibir sus beneficios. Pero mientras se instala, nos obliga a esperar mientras la pantalla carga lentamente todos los componentes. Y a veces, sin motivo aparente, se congela y nos dice que algo no salió bien y que debemos volver a empezar. Pero ahí vamos y lo intentamos una y otra vez, hasta que lo conseguimos. Porque nos interesa. 

¿Estamos tan interesados en nuestro desarrollo espiritual? ¿Somos conscientes de los beneficios de estar constantemente actualizados en el Espíritu? Tengamos por sumo gozo el ser dignos de pasar por diversas pruebas. Todo nuestro ser está siendo refinado por Dios para ser cada vez mejores. Veamos con los ojos de la fe el resultado. Y gocémonos.

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