Santiago 1:22 “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”.
Por: David Agustín Pérez Vera
En los tiempos actuales y frente al mundo de hoy, es muy fácil caer en la trampa de escuchar por doquier palabras inspiradoras y dejarnos llevar por lo que escuchamos. Hoy la Palabra de Dios, nos recuerda la importancia de no solo escuchar lo que dicen las Sagradas Escrituras, sino ponerla en práctica. La sabiduría que viene de lo Alto, es decir, lo que provee el Eterno por medio de Su Palabra, si no la aplicamos en nuestras vidas se vuelve infructífera. En el presente devocional, examinamos cómo el Eterno nos desafía a ser hacedores de la Palabra, analizando la profundidad de esta exhortación en varios contextos bíblicos.
La Palabra de Dios no es solo un temporal chispazo de iluminación, sino un hermoso tapiz radiante de verdad y guía que busca penetrar intensamente en nuestra existencia. La Biblia nos dice en Hebreos 4:12 “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. En tal sentido, debido a su esencia no pretende ser una palabra pasajera, sino más bien arraigarse en nuestro mismo núcleo, influyendo en todos los aspectos de nuestra vida.
Amados hermanos y amigos, hay muchos libros que podemos leer para recibir información, conocimiento, para estimularnos intelectualmente, para que sirvan de inspiración espiritual. Pero recuerda en este día, que la Palabra del Eterno es diferente, y ésa es probablemente la razón por la cual no es tan popular, como otros libros que conocemos a lo largo de nuestras vidas. Sólo Su Palabra es Lámpara a nuestros pies, y por tanto, nos demanda acción al decir, vivan y practiquen la Palabra viva y eficaz, y no se limiten únicamente a escucharla. Por cuanto, si alguien solamente escucha la Palabra de Salvación y no la pone por obra, esta persona vive una vida de engaño y de mentira, y solo se admira a sí mismo, careciendo de sabiduría y constancia para vivir como el Eterno nos demanda.
Finalmente, podemos decir que la metamorfosis de un “oyente” a un “hacedor” va más allá del intelecto, involucrando la totalidad de nuestro ser. Es complicado el camino que busca armonizar nuestros corazones, mentes y acciones con la Palabra Divina de Dios. Por ello, comprometámonos a interiorizar y vivir la Palabra, haciéndola nuestra guía inquebrantable. Tengamos presente, que las adversidades no deben ser obstáculos, sino oportunidades para mostrar la firmeza de nuestra fe. Así, vamos caminando la calzada de los hacedores, siendo testigos de la transformación de nuestra fe en acciones refulgentes.
Por la misericordia del Eterno, hoy demos gracias por este nuevo día, y pidamos a nuestro Padre Celestial, que nos de capacidad y fortaleza necesaria por medio de Su Espíritu Santo, para poner en práctica Su Palabra en todo tiempo, Shalom.