Santiago 1:6: “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.”
Escrito Por: Jackson Villalobos Duarte
La fe… ciertamente conocemos en la Palabra de Dios su definición: “es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1); el cristiano tiene a la fe como un pilar fundamental en su creencia hacia Dios, ya que, sin fe es imposible agradarle (Hebreos 11:6); y sin fe ¿Cuál sería el propósito de nuestra creencia?, la fe en Cristo es fundamental para todo hijo de Dios, porque la fe en Cristo es vida eterna, con la certeza de que si un día morimos, Él nos resucitará en el día postrero, por su gracia y sacrificio en la cruz (Juan 11:25).
Los que toman la decisión de creer, lo confiesan para salvación, dice Romanos 10:10 “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.”, pero esa fe hay que vivirla, porque la fe sin obras es muerta (Santiago 2:17). Es la fe, que nos impulsa a depositar nuestras esperanzas en Dios y a amarlo, porque sabemos que Él es un padre amoroso y que nunca nos dejará ni abandonará.
En la primera porción de Santiago 1:6 dice: “Pero pida con fe, no dudando nada;”, cuando nosotros oramos y elevamos nuestras peticiones a Dios, debemos de hacerlo con una fe genuina, sabiendo que Él nos va a escuchar y sin dudar. En la segunda parte del mismo versículo leemos: “porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.”, aquí, la persona que duda de su fe es comparada con la onda del mar, que va de un lugar a otro sin una guía, sin un punto fijo, sin dirección y sin propósito, la falta de fe en nuestras vidas produce una vida como una onda del mar, no tenemos a donde ir, en quien confiar, no tenemos certeza de nuestro futuro y vivimos una vida sin propósito, por eso es importante hallar y conservar la fe en aquel que dio su vida por nosotros en el madero, Cristo Jesús (1 Juan 5:4).
Satanás, los demonios y el mundo podrán tentarnos, a fin de probar nuestra fe, pero tengamos la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos del amor de Dios. Mantengamos sin fluctuar, una fe íntegra por amor a Él (1 Timoteo 6:11).