Santiago 3:10-12 De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.
Por: Dayse Villegas Zambrano
En los últimos años ha cobrado relevancia el modelo híbrido, que significa que se puede ser presencial o remoto en el trabajo, los estudios, el arte, las reuniones profesionales o sociales. A algunos nos ayudó muchísimo cuando había confinamiento, y ahora también sirve cuando estamos de viaje, enfermos o imposibilitados de movernos por alguna otra razón. “Me conecto”, es una de las frases que usamos a diario.
En la industria automotriz el modelo híbrido ha creado una revolución de autos que pueden rodar tanto con electricidad como con combustible, alternando entre sus dos motores.
Llevado a la biología, híbrido es una palabra especial: quiere decir que un producto vegetal o un animal proviene del cruce de dos especies distintas, de dos naturalezas distintas.
En lo espiritual lo híbrido ocurre cuando un creyente que debe dar frutos del Espíritu sigue mostrando las obras de su antigua naturaleza. Y es aquí donde Santiago traza la línea. Su respuesta es no. Usted no puede vivir conectado a dos fuentes, alternando entre la corriente del mundo y la del Espíritu, y creer que eso es normal, aceptable y justificado, no importa el siglo en el que viva.
Usted vive en el régimen del Espíritu, en un nuevo reino, en el que tiene posibilidades infinitas de crecimiento. No mire atrás. No alterne. Usted tiene una sola fuente de vida y un solo motor ahora. La vida del Espíritu no solo es preferencial, sino que es preeminente, es decir, superior. Domina todo el panorama visible de manera que no podemos pensar en obedecer a otro llamado. El mundo alrededor sigue existiendo, pero nunca podrá ocupar el lugar del Espíritu en nuestras vidas.