Santiago 5:8. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.
Escrito Por: Dilvany Gámez de Moreno
En algún momento de la vida, hemos escuchado algo como: ¡hasta aquí llego mi paciencia! o en su efecto, parece que la paciencia tiene un límite según la persona; no es casualidad, al acudir, a un centro de salud se nos diga “paciente” ya que no sabemos con certeza cuanto tiempo vamos a esperar pacientemente.
Sin embargo, esta clase de paciencia no es la que experimenta el discípulo de Jesucristo, veamos que nos enseña la Palabra de Dios el día de hoy.
El agricultor, es una figura usada en la Biblia para ejemplificar a alguien paciente, el preparar la tierra, esperar las lluvias según la época del año, hasta que la tierra de fruto es una labor que requiere de paciencia; además de ser un fruto del Espíritu, es un mandato vivir en paciencia.
Para poder vivirla, se hace desde el poder del Espíritu Santo en total dependencia del Señor Jesús, ya que, nuestra naturaleza pecaminosa es inclinada a los malos deseos carnales, pero ¿cómo logro crecer en este fruto?. Recuerde que Dios nos amó, así como también, fuimos elegidos por Él para ser su pueblo santo, por consiguiente, Dios demanda que seamos pacientes, yo debo evitar el rencor, la amargura y escoger el perdón tal cual El Señor me perdonó a mí, incluyendo la cualidad más grande de todas, el amar a los demás.
Todo esto, sin duda, contribuye a mi crecimiento en este fruto; pregúntese ¿soy paciente con las faltas de los demás? Por otra parte, si, las vicisitudes de la vida me han ayudado a experimentar la paciencia en todo tipo de escenario, cuanto más para la venida de nuestro Salvador, debo de esforzarme a esperarlo con paciencia. Oh, Señor, ayúdame a crecer en paciencia pues tú has tenido tanta paciencia conmigo, ¡ten misericordia de mí!