Una iglesia que persevera dejando un legado a las generaciones, Efesios 6:23-24 “Paz sea a los hermanos, y amor con fe, de Dios Padre y del Señor Jesucristo. La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Amén”.
Por: David Agustín Pérez Vera
El texto de hoy muestra el deseo del Apóstol Pablo, al despedirse en su carta a los hermanos en Éfeso y éste debe ser la aspiración de todo creyente en Cristo Jesús: “La gracia que es vivir la vida de Dios en Cristo, sea para con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo en forma integral y permanente”. Sin temor a equivocarme, es lo que necesitamos en estos días tan difíciles, en todas partes del mundo: ¡Paz, justicia y fe!.
Pero en la actualidad, una problemática muy común es la ausencia de Dios y su bendita Palabra en el seno familiar, lo que ocasiona escenarios como los que vivimos ahora en la sociedad de este mundo: corrupción, degeneración, violencia y desamor, debido a que las familias no son dirigidas por el Eterno y su Palabra.
Es evidente la ausencia de Dios en los corazones de los jóvenes y niños, la base de toda sociedad, país y familia, siendo los padres quienes tienen la responsabilidad de guiar espiritualmente a sus hijos, al recordar aquellas palabras que Dios dio a su pueblo a través de Moisés, que en Deuteronomio 6:5-9 dice: “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas”.
En tal sentido, también encontramos como el Eterno habla por medio de la carta que el apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, dirige a los efesios en Efesios 6:1 “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo”. Este mensaje estaría incompleto si dejamos pasar por alto el consejo dirigido a los padres: “no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”.
Oremos al Eterno que nos ayude a poder guiar a nuestras familias, con temor y temblor del Señor, de acuerdo a sus mandatos y que nuestra vida que emula a Jesucristo, sea un legado para nuestras futuras generaciones, Shalom.