Versículo: Isaías 55:8 “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.”
Por: Ericka Herrera de Avendaño
En muchas ocasiones, cuando servimos a Dios, podemos caer en la trampa de depender de nuestra propia prudencia en lugar de confiar en su dirección. Creemos que nuestra experiencia, conocimiento o estrategias son suficientes para llevar a cabo la obra del Señor, pero la Biblia nos enseña que sus caminos y pensamientos son más altos que los nuestros.
Dios no nos llama a hacer su obra con nuestras propias fuerzas, sino con su poder. Cuando confiamos en nuestra propia prudencia, podemos tomar decisiones basadas en la lógica humana y no en la guía del Espíritu Santo. Un claro ejemplo en la Biblia es la historia de Moisés. Cuando intentó liberar al pueblo de Israel con su propia fuerza matando a un egipcio (Éxodo 2:11-15), fracasó y tuvo que huir. Sin embargo, cuando confió en Dios y obedeció su dirección, fue usado poderosamente para liberar a toda una nación.
Jesús mismo nos dio el mayor ejemplo de dependencia en Dios. Antes de tomar decisiones importantes, oraba y buscaba la voluntad del Padre (Lucas 6:12-13). Nos enseñó que la verdadera obra de Dios no se hace con estrategias humanas, sino con obediencia y dependencia total del Espíritu Santo.
Cuando dejamos de confiar en nuestra prudencia y ponemos nuestra confianza en Dios, experimentamos su dirección y poder. Él nos muestra el camino, nos da las palabras correctas y nos capacita para llevar a cabo su obra de manera efectiva. Señor Jesús, ayúdame a no depender de mi propia prudencia, sino a buscarte en todo momento. Enséñame a confiar en tu sabiduría y dirección en cada área de mi vida y ministerio. Que tu Espíritu Santo guíe cada paso que doy en tu obra, Amén.