Juan 17:21-23 “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”.
Escrito Por: Nelly Jácome de Pérez
Hay ciertas normas que seguir en la vida cristiana y la unidad es una de ellas. Esto no es algo opcional, sino que es algo obligatorio o normativo que todo cristiano debe alcanzar. Esta unidad está basada en Juan 1:13 que indica el origen de todo nacido de nuevo; dice el versículo: “Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de DIOS”.
Somos hijos de DIOS y la koinonia o compañerismo entre los cristianos es algo necesario, dice: 1 Corintios 1:10: “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor JESUCRISTO, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer”. El autor de Hebreos nos dice en el Capítulo 13 Versículo 1: “Permanezca el amor fraternal”. Y el apóstol Pedro nos dice en su primera epístola 1:22 lo siguiente: “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro”.
Somos un solo cuerpo, el cuerpo de CRISTO y aunque somos muchos miembros, somos solo una unidad. Tenemos un solo DIOS. Tenemos una sola fe. Tenemos un solo bautismo. Tenemos un solo espíritu, el ESPIRITU SANTO. Si los creyentes manifestaran esa unión al mundo, entonces el mundo tendría una impresión mejor de Cristo. Con demasiada frecuencia los no creyentes ven a los creyentes dividirse y alejarse entre ellos y esta puede ser una de las causas por las cuales no aceptan a Cristo.
Que sea nuestro deseo constante, mantenernos en unidad, porque es el deseo de nuestro Señor y Rey soberano. Que cuando el venga a buscarnos, nos encuentre en unidad perfecta en su amor, Amén.