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Romanos 12:13
Compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.

Escrito Por: Dayse Villegas Zambrano

El evangelio de Juan cuenta cómo un joven compartió cinco panes y dos peces, que alimentaron a una multitud de más de cinco mil personas, y sobró en abundancia. 

Compartir es una forma de crecimiento de la iglesia. Dios hace su obra multiplicadora cuando nosotros damos ese paso de fe al poner al servicio del Señor aquello que tenemos, aunque nos parezca que es poco y que no resolverá las grandes necesidades que hay por todas partes. 

Usted no es millonario, no por eso deje de dar. No piense que da igual si lleva o no una canasta de comida para un hermano o para un invitado. Esa canasta puede hacer la diferencia para varias familias: la que recibe, la que ve el ejemplo y la de usted. Dios, que le ha visto dar una, le proveerá la próxima vez para que dé más. 

Tampoco piense que solo estamos llamados a dar a los hermanos. La hospitalidad es literalmente el amor al que no conocemos, pero llega a nuestra vida en necesidad. No podemos enviarlo con las manos vacías. Tenemos que compartir con los santos y con los extraños. 

A veces, un sector de la congregación pregunta qué está haciendo la iglesia y por qué no da más. Otros preguntan para qué Dios quiere que demos, si él es rico. El joven del evangelio de Juan no preguntó eso. Él dio a Jesús lo que tenía, y el Señor hizo el resto. Si queremos ver abundancia, tenemos que practicar ese aspecto del amor que es la generosidad.

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