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Colosenses 2:19 “Y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios.”.

Escrito Por: Ps. David Pérez Vera 

El Eterno por medio de Su Palabra, nos llama a estar unidos a la cabeza, que es Jesucristo, y a vivir en comunión y compañerismo con otros creyentes. Que maravillosa la disposición de nuestro Padre Celestial, por cuanto la unidad del cuerpo de Cristo trae crecimiento para nuestras vidas espirituales. La porción bíblica nos recuerda que el crecimiento y desarrollo espiritual del cuerpo de Cristo depende de la acción divina y que nuestra tarea es vivir en obediencia a su Palabra y seguir su voluntad. En tal sentido, seamos conscientes de la importancia de nuestro vínculo con Cristo y otros cristianos, esforzándonos por crecer juntos en su amor y propósito.

En tal sentido, el apóstol Pablo registra la relación entre cuerpo y cabeza. Igual que nuestro cuerpo físico depende de las señales que vienen de la cabeza, asimismo la iglesia depende de Cristo y las instrucciones que nos ha dado en las Sagradas Escrituras. Nuestro crecimiento como cristianos y como iglesia depende de una sólida unión con Cristo. Por tanto, la porción bíblica de este día, es una expresión que hace referencia a la idea de que el cuerpo cristiano solo puede crecer y desarrollarse adecuadamente si está unido a la cabeza, que representa a Jesucristo para poder ser alimentada y crecer adecuadamente. Claro está, que el enunciado utilizado por el apóstol Pablo en este versículo es figurativo; sin embargo, está lleno de significado y profundidad espiritual.

De esta manera, podemos comprender que la iglesia, al igual que un cuerpo humano, necesita de un conjunto de órganos y sistemas para funcionar adecuadamente. Por lo tanto, necesita estar conectado por ligamentos y coyunturas para asegurar un crecimiento sostenido. En términos espirituales, estos ligamentos y coyunturas pueden interpretarse como la comunión y el compañerismo entre los creyentes, que permita una conexión e interacción más estrecha y efectiva para la honra y gloria de Dios.

Todo esto al final significa, que el crecimiento espiritual y el desarrollo de la iglesia no provienen de un esfuerzo humano, sino que es el fruto de la acción divina en la vida de los hijos de Dios. Esta idea es fundamental para comprender que la iglesia no depende de un líder o de un grupo en particular, sino que es el resultado de la obra y la voluntad del Eterno y Soberano Dios. Vivamos en comunión y compañerismo con todo el cuerpo de Cristo, a fin de crecer juntos y apoyarnos mutuamente como familia de Dios, a fin de asegurar un crecimiento sostenido para nuestra multiplicación anhelada, Shalom.

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