Mateo 23:11-12 “El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.
Escrito Por: Ps. David Pérez Vera
Los textos bíblicos de hoy, nos permiten recordar las palabras de nuestro Señor Jesús, Mateo 19:30 “Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros”. En tal sentido, podríamos decir que el Reino de Dios es un mundo de cabeza, figurativamente hablando; es decir, como un espejo donde todo se ve al revés, un reino en el que las reglas son lo opuesto de aquellas con las que vivimos día a día, bajo los preceptos de una sociedad y un sistema sin fundamento ético y moral.
Alguna vez hemos imaginado como sería ir al trabajo y encontrarse con que ¡todas las reglas cambiaron! Sería bastante confuso. Muy terrible. ¿No querrían que alguien les explicara las nuevas reglas para que ustedes pudieran pararse sobre tierra firme una vez más? Aquí y en todo el marco del presente Evangelio, el Señor Jesús nos dice las nuevas reglas del Reino.
Un ejemplo es “El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo”. ¡Verdaderamente eso es bastante diferente! Si quieren ser grandes, comiencen por limpiar los calzados del otro, y arreglen las camas de otras personas y alimenten a los hambrientos niños de otros padres. Otro ejemplo es “Porque el que se ensalzare, será humillado; y el que se humillare, será ensalzado”. Esto también es bastante diferente de un mundo que nos dice: “Que si no hacemos sonar nuestra propia trompeta, nadie lo hará por nosotros”.
Estos ejemplos nos ayudan mucho a no olvidar que somos seres finitos y que si tenemos dones o habilidades que nos hacen destacar arriba de los demás o si hemos alcanzado logros que tal vez otros no lo tienen, no es porque seamos superiores, sino que es la Gracia y Misericordia infinita del Eterno y Soberano Dios actuando en nosotros.
Como cristianos no debemos olvidar que estamos llamados a ser siervos del Eterno y esto implica poner nuestros dones y habilidades a favor de los demás. Definitivamente, el Señor Jesús recalca la importancia de la humildad haciendo notorio que aquellos que así hagan serán exaltados por Dios Padre. Porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido. Contrario a lo que piensa el mundo, la auténtica humildad lejos de hacer ver mal o menospreciar a una persona, la exalta, mientras que aquellos que buscan su propia exaltación son humillados, Shalom.