Efesios 4:32 “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”
Escrito Por: Ericka Herrera de Avendaño.
El apóstol Pablo nos insta a ser benignos, misericordiosos y a perdonarnos unos a otros. Estas palabras nos recuerdan la importancia de mantener una actitud de perdón y gracia entre hermanos. El perdón es un acto poderoso que nos libera del peso del resentimiento y la amargura. Cuando perdonamos a alguien, estamos imitando el amor y la gracia de Dios, quien nos perdonó a nosotros a través de Jesucristo. No somos dignos de ese perdón, pero Dios, en Su amor infinito, nos ofrece una oportunidad y nos invita a hacer lo mismo con los demás.
El perdón no significa que olvidemos o minimicemos el dolor causado por las acciones de otros, pero implica soltar el deseo de venganza y buscar la restauración de la relación. Es una elección consciente de liberar a la otra persona de la deuda que tenemos hacia ella, confiando en que Dios es el juez fiel y justo que tomará cuenta de todas las cosas.
Además, la benignidad y la misericordia son actitudes que nos permiten tratar a los demás con amabilidad y compasión. Nos llevan a ver a las personas en el amor de Dios y buscar su bienestar. Ser benignos y misericordiosos implica poner a un lado el egoísmo y estar dispuestos a ayudar y apoyar a los demás en sus necesidades.
Hoy, reflexionemos sobre nuestra disposición para perdonar y mostrar benignidad y misericordia. ¿Estamos aferrados a resentimientos y heridas pasadas? ¿Estamos dispuestos a perdonar y dejar ir el pasado? ¿Estamos mostrando amabilidad y compasión hacia aquellos que nos rodean?.
Oremos para que el Espíritu Santo nos ministre para perdonar, ser benignos y misericordiosos. Oremos para que podamos experimentar la liberación y la paz que viene del perdón. Oremos para que nuestras acciones reflejen el amor y la gracia de Dios, a fin de que a través de nuestro testimonio fiel, otros encuentren el perdón y la reconciliación en Cristo.
Que el perdón y la misericordia sean una realidad en nuestras vidas y en nuestras relaciones con los demás. Que seamos canales de amor y gracia, extendiendo la mano del perdón y la reconciliación a aquellos que nos rodean, en el nombre de Jesús, amén.