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Efesios 2:18 “Porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.”

Escrito Por: Ericka Herrera de Avendaño.

El versículo de hoy nos habla de un privilegio maravilloso que tenemos en Cristo Jesús, el acceso directo al Padre. A través de la obra redentora de Jesucristo en la cruz, todo aquel que ha creído al evangelio, le es permitido entrar a la presencia del Padre sin restricciones.

Imagine por un momento lo asombroso que es esto. En un mundo donde muchas veces nos encontramos con barreras y limitaciones, en el ámbito espiritual hemos sido reconciliados con Dios y podemos acercarnos a Él sin temor ni reserva. No importa nuestro pasado, nuestras debilidades o nuestras fallas, en Cristo todos tenemos acceso igualitario al Padre. Este acceso no se basa en nuestros méritos o logros personales, sino en la obra de Cristo y en su gracia abundante. Somos recibidos en la presencia de Dios, como sus hijos amados, cubiertos por la justicia de Jesús. El Espíritu Santo, quien mora en nosotros, nos une y nos capacita para disfrutar de esta relación cercana con el Padre y dando gloria al Hijo.

Cuando reflexionamos en este maravilloso privilegio, debemos recordar dos aspectos importantes. Primero, valorar y aprovechar plenamente el acceso que tenemos. No dejemos que las preocupaciones de la vida o las distracciones nos alejen de la comunión con Dios. Dediquemos tiempo diario para buscar su rostro, orar, leer su Palabra y adorarle. Segundo, debemos vivir en armonía con nuestros hermanos y hermanas en la fe. El versículo nos habla de “entrada por un mismo Espíritu”, somos parte de un cuerpo, la Iglesia. Debemos buscar la unidad, amarnos los unos a los otros y perdonarnos mutuamente, recordando que todos hemos sido reconciliados en Cristo.

Hoy, recuerde el privilegio que tiene en Cristo. Aproveche ese acceso directo al Padre y permítale transformar su vida. Busque la comunión con Él y viva en unidad con sus hermanos en la fe. Que el Espíritu Santo le guíe en este camino de intimidad y amor con el Padre celestial. Amado Padre, gracias por el acceso que tengo a través de Jesucristo. Ayúdame a valorar y aprovechar plenamente este privilegio. Permíteme vivir en comunión contigo y en unidad con mis hermanos en la fe. Que tu Espíritu Santo me guíe y transforme mi vida, en el nombre de Jesús, amén.

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