Romanos 12:16 “Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.”
Escrito Por: Ericka Herrera de Avendaño.
En la carta del apóstol Pablo a los Romanos, encontramos un mandato poderoso y desafiante: “Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión” (Romanos 12:16). Estas palabras nos llaman a vivir en humildad y a buscar la unidad entre hermanos en Cristo.
La humildad es una virtud esencial que nos permite vivir en armonía con nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Nos libera de la altivez y nos capacita para ver a los demás como iguales, sin buscar posiciones elevadas o tratar de imponer nuestras propias ideas. La humildad nos ayuda a reconocer que todos somos dependientes de la gracia y la misericordia de Dios.
En lugar de ser altivos y buscar nuestro propio interés, la Palabra de Dios nos insta a asociarnos con los humildes. Esto implica acercarnos a aquellos que son considerados de menor estatus social o que enfrentan dificultades. Al asociarnos con los humildes, aprendemos a valorar a todas las personas y a comprender que cada individuo tiene un lugar importante en el cuerpo de Cristo.
La humildad también nos exhorta a no depender de nuestra propia sabiduría o pensar que nuestras opiniones son siempre las correctas. Reconocemos que necesitamos buscar la sabiduría de Dios y escuchar a otros con humildad y respeto. Al no ser sabios en nuestra propia opinión, abrimos espacio para el aprendizaje, el crecimiento y la colaboración en comunidad.
Cuando vivimos en humildad y buscamos la unidad, somos testigos del amor y la gracia de Dios. Nuestra humildad muestra al mundo que no somos una iglesia orgullosa o divisiva, sino un cuerpo que se une en amor y servicio. La unidad en humildad se convierte en una luz que atrae a otros hacia la fe en Jesús.
Hoy, le animo a examinar su corazón en busca de cualquier rastro de altivez o soberbia. Pídale a Dios que le ayude a cultivar una actitud humilde y un corazón dispuesto a asociarse con los humildes. Busque oportunidades para mostrar humildad en sus relaciones y para fomentar la unidad entre los hermanos del pueblo de Dios.
Oremos para que el Espíritu Santo nos transforme, ayudándonos a vivir en humildad y a trabajar por la unidad en medio de nuestras diferencias. Que nuestra humildad sea un testimonio de la gracia y el amor de Dios, y que inspire a otros a buscar la comunión y la unidad en Cristo. Que seamos instrumentos de paz y reconciliación en un mundo necesitado de la hermosa unidad que viene de Dios.