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Efesios 2:4-5 “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)”.

Por: Dayse Villegas Zambrano

Lucas 11 nos relata la resurrección de Lázaro. Es un episodio lleno de misterio. Cuando lo leemos, nos damos cuenta de que Jesús habla de lo que va a suceder de una forma que los discípulos no podían entender, como dirían ellos, en enigmas. 

Primero, al oír la noticia de la enfermedad de Lázaro, Jesús dice: No acabará en muerte. (Lázaro sí muere). Luego, Lucas nos dice que Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro, pero no se apresuró a volver con ellos. 

Cuando los discípulos le advierten que en Judea quieren matarlo, él les responde que “el día tiene doce horas de luz”. (Lea el capítulo, el significado es impresionante). Y añade que Lázaro está dormido, pero luego confirma que para entonces, ya había muerto. 

Finalmente, se alegra de que sus discípulos no hayan estado en Betania para el fallecimiento, porque ahora sí van a creer de verdad en él. Y cuando llega cerca de la tumba, no actúa inmediatamente, sino que llora. 

¿Qué hacer con este Jesús enigmático? Esperar a que demuestre su poder. La historia de Lázaro no acaba en muerte. (Resucita). La muerte es revocada y los amigos vuelven a encontrarse. El nombre de Dios es glorificado.

No mucho tiempo después, Jesús habría de morir. Me agrada pensar que a pesar de toda la presión del momento, fue a la cruz victorioso de antemano, con la experiencia de haber vencido antes a la muerte. Nos dio vida a nosotros, que estábamos muertos. Lo hizo indignado en su espíritu ante tan brutal enemigo, dispuesto a romper sus puertas y rescatar muchas almas. Nos sacó del reino de la muerte y nos trasladó al suyo (Colosenses 1:13). Y lo hizo por gracia.

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