Estamos Ubicados en:
Ximena 421 y Padre Solano,
info@pibguayaquil.com
Fono: +593 98 901 0216
Berajot
berajot@pibguayaquil.com
Fono: +593 98 901 0216

Jueces 2:2  “y en cuanto a vosotros, no haréis pacto con los habitantes de esta tierra; sus altares derribaréis». Pero vosotros no me habéis obedecido; ¿qué es esto que habéis hecho?”.

Por: Daniel Mora Jiménez. 

Dentro del proceso de conquista que debía tener el pueblo de Israel, Dios había entregado ordenanzas, tal como lo señala el libro de Deuteronomio 12:3, en el cual especifica que, no podían convivir con sus enemigos, para lo cual debían destruir los altares de sus dioses y toda señal de idolatría. Sin embargo, la biblia nos muestra que después de la muerte de Josué, las tribus de Israel tomaron las tierras que se les había señalado, pero no expulsaron del todo a sus enemigos, y esto produjo que Israel desobedeciera la orden de Adonay. En el capítulo 2 del libro de Jueces, Dios arremete contra Israel señalando el incumplimiento del mandato entregado a sus antepasados, siendo este accionar de gran problema en un futuro puesto que esos pueblos llegarían a ser de malestar para Israel, “como espinas en vuestro costado” (Jueces 2:3). 

Si revisamos a detalle esta historia, veremos que no es distinta a nuestro contexto, pues al recibir a Cristo en nuestros corazones, somos sacados de la esclavitud del mundo y el pecado, llevados a vivir una vida de libertad para hacer la voluntad de Dios, pero esto no queda ahí, puesto que, de ahora en adelante el cristiano deberá vivir todos los días librando batallas contra los deseos de la carne, a fin de poder vencer en Cristo Jesús y vivir una vida guiada por el Espíritu Santo. 

Pero así como el pueblo de Israel, a pesar de que hemos sido liberados por Cristo y llamados a vivir en santidad, podemos seguir coqueteando con el pecado, siendo engañados, creyendo que estamos en obediencia ante Dios, pero debemos estar muy claros, que nuestro Señor es un Dios inmutable, en el no hay sombra de variación, no es negociable sus estándares de santidad,  estamos fríos o calientes, respondemos si o no, ponemos las manos en el arado o no nos comprometemos, miramos hacía adelante o hacía atrás. En fin, todo hijo de Dios debe tomar una desición, pues si estamos en Cristo “nueva criatura somos”, por lo cual debemos abandonar toda la oscuridad en la que viviamos en el tiempo pasado; corramos hacía una vida de obediencia a Dios; quitemos toda ambigüedad de nuestras vidas y perseveremos en la verdad que nos ha dado nuestro Señor Jesucristo, porque la verdad nos hace libres.

Usamos cookies para una mejor experiencia de usuario.