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Salmo 119: 51  “Los soberbios me insultaron en gran manera, sin embargo, no me he apartado de tu ley”.

Por: Daniel Mora Jiménez

En nuestra vida como creyentes en Cristo pasamos por muchas adversidades, sin embargo, nuestro Dios siempre está presente sustentándonos con su diestra de poder. Su palabra nos advirtió por medio de la carta a los Romanos 8:36 “por causa tuya somos puestos a muerte todo el día; somos considerados como ovejas para el matadero”. ¿Cómo debemos actuar, ante las ofensas obtenidas a causa de seguir el evangelio?.

El salmista nos muestra que vivía siendo ofendido por muchas personas, en ocasiones el centro de estas ofensas se debe al deseo de vivir en rectitud y obediencia a Dios, y esto no está nada distante de lo que nos puede suceder a nosotros en el periplo de nuestra vida; somos ofendidos por decir que somos cristianos, ofendidos por no querer hacer las mismas cosas que para el mundo son normales, somos objetos de burla por decir que Dios es el creador de todo, sin embargo, el salmista nos da una gran lección, que ante todo este desdén, nuestro consuelo está en su Palabra, cuyas promesas son dignas de confianza, por lo cual si ella nos dice que “debemos ser obedientes” pues nada ni nadie debe apartarnos de cumplir esta disposición divina. 

Nuestra vida debe reflejar un estilo de vida Cristo céntrico y que no estaremos dispuestos a vivir moldeados a este mundo, aunque ello signifique ser vituperados, pero dichosos porque tenemos al Espíritu Santo de Dios. En la vida del mundo es blasfemado el nombre de Dios, pero en nuestra vida de obediencia es glorificado su excelso nombre. Por lo tanto, no prestemos atención a las ofensas que podamos recibir, pues el salmista nos enseña que ante todas estas cosas, tan solo nos corresponde obedecer a Dios.

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