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Romanos 6:16  “¿No sabéis que cuando os presentáis a alguno como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, ya sea del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia?”.

Por: Daniel Mora Jiménez.

Dentro de la edad antigua la forma de gobierno que ponderaba era denominado como “la monarquía”, un solo hombre era dueño de todo e imponía su voluntad sobre todos aquellos que vivían dentro de sus dominios, todo era de propiedad del Rey, sea cosecha, vivienda, y aun sus propias vidas, es así que dentro de esta pirámide social, quién se encontraba al final eran los esclavos quienes sin ningún tipo de queja debían obedecer la voluntad de su señor y dueño. 

La Biblia nos muestra, que antes de conocer a Jesús vivíamos esclavos del pecado, el querer y el hacer estaba rendido a la voluntad del pecado, pero nuestro Dios en su infinito amor nos dio a su Hijo mediante el cual juntamente con él hemos sido crucificados, a fin de que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido y ya no seamos esclavos del pecado, sino sus siervos.  

Pero cuando nuestra palabras, acciones y pensamientos se encaminan nuevamente a la práctica del pecado, estamos cayendo de vuelta a aquella vida de esclavitud, de la cual ya fuimos rescatados.  Lo deplorable de permanecer en ese estado, es que nos hace creer que somos libres, que vivimos haciendo lo que nosotros queremos, pero esto no es mas que un espejismo, es como caminar confiadamente con vendas en los ojos por un camino que termina en un gran barranco. Dios ha sido claro en su Palabra, pues no muestra que el salario de vivir en pecado es la muerte, sin embargo, cuando fijamos nuestra mirada en Dios, procuramos cada día obedecerle, lo cual nos lleva a su justicia, siendo su paga la vida eterna mediante Cristo Jesús, la esperanza de gloria.

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