Juan 3:21 “En cambio, el que practica la verdad se acerca a la luz, para que se vea claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios”.
Por: Daniel Mora Jiménez.
Cuando creemos en Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador se produce en nuestras vidas un nuevo nacimiento, el viejo hombre queda atrás y todas las costumbres que llevábamos en nuestra antigua naturaleza es desechada, por lo cual la biblia nos hace un llamado a vestirnos de la nueva naturaleza creada a la imagen de Dios en la justicia y santidad de la verdad, a la vez debemos recordar que en nuestra vieja naturaleza nos encontrábamos en oscuridad, siendo todas nuestras obras llenas de maldad e iniquidad, pero en Cristo hemos sido llevados hacía su luz admirable.
En lo natural la oscuridad nos produce ciertos limitantes, pero el más evidente problema es que no nos permite ver lo que sucede en nuestro alrededor ni la condición en la que nos podemos encontrar, así mismo es la vida de pecado, es tan oscura que no nos permite ver toda la contaminación que se produce en el hombre, pero Cristo es la luz que vino al mundo para darnos la claridad y poder ver la maldad en la que nos encontramos, por ello cuando rendimos nuestras vidas a Cristo, somos redargüidos y convencidos de pecado por el Espíritu Santo, quien exhibe nuestro estado.
Este mundo necesita la luz de Cristo y quiere ver en nosotros los que decimos ser “hijos de Dios”, por ello nuestra vida debe ser conducida en obediencia conforme a la verdad de la Palabra de Dios, en constante comunión con Él, a fin de que abundemos en su luz y con ella brillemos delante de los hombres, observando nuestras buenas obras y por medio de ellas glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos.