2 Timoteo 2:13 “Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo”
Por: Marianella Layana de Jácome.
Si Dios no fuera fiel, estaría negándose a sí mismo. Su fidelidad es un atributo por naturaleza. Su fidelidad es reflejo de su inquebrantable compromiso y bondad con nosotros. ¿Alguna vez hemos dudado de la fidelidad de Dios? Yo creo que sí, sobre todo en los momentos más difíciles, cuando las cosas no salen bien. Olvidamos rápidamente todo lo que Dios ha hecho por nosotros, nos olvidamos de su Palabra, de sus promesas, pensando que Él no nos escucha, que nos ha desamparado.
Debemos recordar que Dios nunca nos abandona, de sus labios salió esta maravillosa promesa, todo lo que nos sucede no está fuera de su voluntad. El como Padre amoroso, cercano a nosotros, presente y atento las 24 horas de los siete días de la semana, es un Padre que no solo trae provisión, sino que nos levanta y nos sostiene en nuestras tribulaciones. Puede permitir en su voluntad que es buena, agradable y perfecta que nos ocurran cosas que nos afligen, para que su poder se manifieste en nosotros y seamos fortalecidos en medio de la prueba.
Solo Él es digno de nuestra alabanza, adoración y confianza, el sistema falla, el gobierno se llena de promesas y compromisos fallidos, las personas a nuestro alrededor nos defraudan, cuando perdemos todo aquello que nos daba una falsa seguridad como el dinero, trabajo, o familia, Dios es el único que permanece fiel, Él que nunca nos abandona, Él que nunca nos defrauda. Sin embargo, nosotros somos infieles con Dios y eso debe cambiar, debemos ser semejantes a Cristo nuestro mayor ejemplo, perseveremos en fidelidad cada día indistintamente de lo que estemos atravesando.