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Salmos 91:11 “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos”.

Por:  Dayse Villegas Zambrano

Cuando Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, el diablo lo tentó tres veces utilizando algo con lo que, según él, podría confundirlo: las Escrituras. Entre ellas el salmo 91, dedicado a aquel que “habita al abrigo del Altísimo”. Pero el que oye la voz de Dios no será confundido. 

Durante su huida de Saúl, David se refugió en el desierto de Zif (1 Samuel 23). ¿Qué hacer? ¿Huir del desierto? Al contrario. David se internó más. De Zif pasó al desierto de Maón y de allí al desierto de En-Gadi. Y allí, David encontró lugares fuertes (1 Samuel 23:14). No fue para él un sitio de exilio o soledad, sino un refugio, una manifestación de la protección de Dios. 

No es que el enemigo no pueda entrar al desierto. Así como el diablo buscó a Jesús, Saúl persiguió a David hasta allá. Pero David se había fortalecido. Y lo vemos de una manera que tal vez no encaja con una historia de acción. En el desierto de En-Gadi adi, David estuvo expuesto a una gran tentación: matar a Saúl por la espalda, terminar con el exilio y tomar el poder. Todos lo habrían apoyado y justificado, diciendo: Dios lo hizo (1 Samuel 24:4). Sin embargo, David se había fortalecido.

Hay una barrera de protección entre nosotros y el acto de pecar contra los demás. Esa barrera es la presencia de Dios en nosotros. Todos hubiesen esperado que el desenlace fuera David matando al rey y tomando su trono. Pero la presencia de Jehová en la vida de David hizo la diferencia. 

Siglos después, en el desierto de Judea, la presencia del Espíritu de Dios en Jesús hizo la diferencia. Lo que con cualquier otra persona hubiese sido una derrota segura en tres actos, con Jesús fue victoria. Jesús, llevado por el Espíritu, se fortaleció en el desierto. Y nosotros nos fortaleceremos, si seguimos su ejemplo y nos plegamos a ser llevados por el Espíritu y no por nuestros propios deseos. Dejemos la estrategia y el resultado en las manos de Dios. Fortalezcámonos en Él.

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