Santiago 3:2 “Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo”.
Por: Ps. David Agustín Pérez Vera
La Palabra de Dios hoy nos bendice con una hermosa verdad, a fin de fortalecer nuestras relaciones personales, con respecto a la forma en que nos comunicamos, la misma que debe reflejar que somos hijos de Dios. En tal sentido, el lenguaje claro e inteligente, es seguridad de una mente brillante y sana. El buen lenguaje que edifica, que anima y que elogia a los demás, es el resultado de vivir acorde al fruto del Espíritu Santo.
Afrentar u ofender no es una caída accidental, es más bien incidental, por cuanto es con premeditación, en razón que la palabra denota pensamiento, presupone inteligencia, y también palabras de las que se vale el hombre, para expresar el pensamiento interno ¡¡¡Terrible en un cristiano!!!
Por tanto, es claro que el pecado no es la mera articulación casual de palabras, por el contrario, son palabras que resultan de lo que ha sido pensado previamente. Santiago nombra la meta del Eterno para sus siervos, “perfecto”, la cual no significa impecabilidad, sino, lo completo en virtud y madurez. La perfección plena ocurrirá cuando veamos a Cristo cara a cara y seamos semejantes a él. 1 Juan 3:2 “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”. ¡¡¡Gloria a Dios!!!
A la luz de la Palabra de Dios, es imperante poner nuestra lengua bajo control del Espíritu Santo de Dios, porque dominado de esta manera este miembro, es poseer el poder de refrenar todo el cuerpo, el mismo que usa el pecado como medio para expresarse. El Señor Jesús dijo en Lucas 6:45 “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”. El apóstol Pablo decía también algo al respecto en Colosenses 3: 16ª “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría”.
Amados hermanos y amigos, pidamos a nuestro Padre Celestial, nos ayude a hablar siempre de Su Palabra, que podamos ser canal de bendición para otros, al bendecir con nuestras palabras a nuestro prójimo, que no ofendamos a nadie, especialmente a nuestros seres queridos, cónyuge, hijos, familia, amigos, incluso a quien no es amigo. Que al final del Día, el Eterno nos fortalezca por medio de Su Espíritu Santo para gobernar nuestra lengua en la autoridad del nombre de Jesús, Shalom.