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Isaías 66:13 “Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo”.

Por: Ps. David Agustín Pérez Vera

En este día al pensar cuando David buscó una descripción verbal vívida, para expresar lo que se siente al estar completamente en paz, pensó en sí mismo como un niñito que descansaba en el regazo de su madre, registrado en Salmos 131:2 “En verdad que me he comportado y he acallado mi alma Como un niño destetado de su madre”.

Ahora cuando Isaías habló de la restauración de Israel del exilio a su gloria anterior, lo igualó con la sensación de puro gozo y satisfacción que siente un bebé en el pecho de su madre. Isaías 66:11-12 “Para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones; (…) y en los brazos seréis traídos, y sobre las rodillas seréis mimados”. Dios nos da la oportunidad de cuidar a nuestros hijos a medida que crecen, con mucho amor.  Las madres pueden tener un temperamento natural para sustentar, pero los padres también son llamados a cuidar. La Palabra también manda a los esposos a cuidar y sustentar a sus esposas con amor tierno como registra Efesios 5. Por otra parte, cuando Pablo intentó expresar con palabras su amor por las iglesias a las que había ayudado a nacer y donde había servido, dijo que se sentía como “la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos” 1 Tesalonicenses 2:7. 

Los padres deberían abrigar el corazón de sus hijos a su manera, prodigándoles habitualmente grandes dosis de consuelo y cuidado con afecto físico y reconfortante. Puede ser algo tan sencillo como abrazar a tu hijo por encima de los hombros. Podría ser abrazarlos mientras miran una película juntos, o guiñarles el ojo y darles un apretón cariñoso en el brazo mientras están en la congregación. 

Tal vez no seas demasiado expresivo y te resulta más sencillo comunicar amor mediante inclinaciones de cabeza, sonrisas silenciosas y proveyendo el sustento en la mesa. Es comprensible según sea nuestra personalidad. No todos tienen recuerdos atesorados de haber recibido amor mediante el contacto físico. Y aunque no deberías sentirte presionado a cambiar tu temperamento natural, recuerda que Jesús tocaba a los niños en forma apropiada y los bendecía y tu hijo quizás esté perdiéndose de esto y anhelando la calidez necesaria que tu contacto podría proveer. 

Amados hermanos y amigos, quizás esta sea una de las maneras misteriosas en que Dios traiga sanidad, para liberarte de una ofensa perjudicial de tu pasado y la convierta en una bendición saludable y vivificante para tu familia. Tal vez, no hemos tenido en cuenta, que la vida puede ser fría e impredecible para nuestros hijos en un mundo lleno de maldad, donde encontramos violencia, maldad e inseguridad que causa conmoción nacional. A veces, el temor y la inseguridad pueden aparecer como el invierno, y derramar una fría inseguridad emocional sobre sus corazones. Cada día esta situación los agobia o los deprime y buscan consuelo en su familia. 

Por esto y más una caricia suave o el consuelo de tu abrazo fuerte podría darles la fortaleza emocional que calma sus preocupaciones y dudas sobre ellos mismos. Recuerda el amor de Dios es real y el tuyo también lo debe ser porque eres un hijo de Dios, Shalom.

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