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Efesios 4:15-16 – “Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.”

Por: Ericka Herrera de Avendaño

Hoy la Palabra de Dios nos exhorta a seguir la verdad en amor y a crecer en todo hacia Cristo, quien es la cabeza de la iglesia. Este crecimiento no es solo individual, sino que se manifiesta en la unidad y la interdependencia del cuerpo de Cristo, la iglesia. Cada miembro tiene un papel esencial y una función específica que contribuye al crecimiento y edificación del cuerpo en amor.

Seguir la verdad en amor implica vivir de acuerdo con las enseñanzas de Cristo y la Palabra de Dios, pero hacerlo con un espíritu de amor y compasión. No se trata solo de conocer la verdad, sino de aplicarla en nuestras relaciones y acciones diarias. El amor es el fundamento que nos permite hablar la verdad con gracia, edificando a los demás en lugar de derribarlos.

Cristo es la cabeza del cuerpo, y como tal, nuestro crecimiento debe estar orientado hacia Él. Esto significa que debemos madurar espiritualmente, buscando ser más como Cristo en nuestro carácter, pensamientos y acciones. Este crecimiento es continuo y abarca todas las áreas de nuestra vida, llevándonos a una mayor dependencia y obediencia a Él.

Pablo utiliza la imagen del cuerpo humano para ilustrar cómo la iglesia debe funcionar. Cada miembro está bien concertado y unido, trabajando juntos en armonía. Cuando cada uno cumple su función específica, todo el cuerpo crece y se edifica en amor. No podemos crecer en aislamiento; necesitamos la colaboración y el apoyo de nuestros hermanos y hermanas en la fe.

El amor es el vínculo perfecto que une a la iglesia. A través del amor, nos edificamos mutuamente, construyendo una comunidad fuerte y resiliente. Este amor se demuestra en actos de servicio, palabras de ánimo y en la disposición de ayudar a otros a crecer en su caminar con Cristo.

Iglesia, comprometámonos a seguir la verdad en amor, creciendo en todo hacia Cristo y trabajando juntos en unidad. Al hacerlo, veremos una genuina edificación mutua que glorifica a Dios y da testimonio de su gran amor al mundo.

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