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Hebreos 10:24-25 – “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.”

Por: Ericka Herrera de Avendaño

La iglesia de Cristo está llamada a ser una comunidad de fe que persevera, anclada firmemente en el amor. El autor de Hebreos nos exhorta a considerar cómo podemos estimularnos mutuamente en estas áreas esenciales de la vida cristiana.

Como creyentes, estamos llamados a animarnos unos a otros, a amar profundamente con sinceridad. Este estímulo mutuo es vital para mantenernos enfocados en nuestro propósito y misión en Cristo. El amor genuino es evidencia de una fe viva y activa. Debemos estar atentos a las necesidades de nuestros hermanos, ofreciendo apoyo, ánimo y oportunidades para servir.

El versículo también nos advierte sobre la importancia de no dejar de congregarnos. En tiempos de dificultad o desánimo, es fácil aislarse y abandonar la comunión con otros hermanos. Sin embargo, es precisamente en esos momentos cuando más necesitamos la fortaleza y el aliento que provienen de estar juntos. La congregación nos ofrece una plataforma para adorar juntos, aprender de la Palabra de Dios y fortalecer nuestros lazos de amor y compañerismo.

Exhortarnos mutuamente implica animar y desafiar a nuestros hermanos en la fe a permanecer firmes y fieles. Esto puede incluir ofrecer palabras de consuelo en tiempos de tristeza, proporcionar consejo sabio en momentos de decisión, y recordar las promesas de Dios cuando enfrentamos pruebas. La exhortación es una herramienta poderosa para mantenernos enfocados en nuestra esperanza en Cristo y en su inminente regreso.

El pasaje concluye con una referencia al “día que se acerca”, recordándonos que vivimos en expectación del regreso de Cristo. Esta urgencia debe motivarnos a vivir vidas que reflejen nuestra fe y esperanza. Debemos ser diligentes en estimularnos al amor, congregándonos fielmente y exhortándonos unos a otros, sabiendo que cada día nos acerca más a la gloriosa aparición de nuestro Señor Jesucristo.

Amada iglesia, perseveremos juntos anclados en la fe. Consideremos cómo podemos estimularnos en amor, no dejando de congregarnos y exhortándonos unos a otros. Al hacerlo, nos fortaleceremos mutuamente y seremos un testimonio vivo del poder de Cristo en nuestras vidas.

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