Hebreos 13:3 “Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados, como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo”.
Por: Dayse Villegas Zambrano
Nuestra fidelidad se muestra también en la manera en que nos relacionamos con las personas que la sociedad deja al margen. Los prisioneros y los maltratados.
Algunas personas están en prisión por un delito. Otros lo están sin juicio y sin sentencia, solo por sospecha. Otros son secuestrados, apresados y esclavizados sin que pese acusación contra ellos, víctimas de los conflictos armados, las revueltas y las guerras. Viven en campos de refugiados. Cruzan el mar en botes y en balsas. Pasan grandes penalidades para al final ser rechazados por la vigilancia costera. Cruzan desiertos y, si sobreviven, llegan sin documentos, y son perseguidos hasta ser detenidos y deportados. Pero la mayoría ni siquiera puede intentar ese escape.
En este mundo, llaman la atención las personas talentosas, hermosas, extravagantes y adineradas. La mayoría se identifican con ellos, con su mensaje, con su forma de hablar y de vestir. El escritor de Hebreos nos tiene una propuesta: ¿qué tal si nos identificamos con los que sufren? Como hizo Cristo, quien no vino a buscar a los buenos, ni a los justos, ni a los sanos, ni a los que viven bien, sino a los pobres, a los pecadores y a los enfermos. Seamos fieles con los que sufren.