Juan 15:5 “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”.
Por: David Agustín Pérez Vera
El ejemplo más claro de que nuestra vida está en Cristo Jesús, es a través de este precioso versículo, que debe interiorizarse en la vida de cada hijo de Dios. La vid es una planta, que nuestro Señor y Salvador Jesús la utilizó en una de sus alegorías, para dar una enseñanza a sus seguidores.
Esta planta tiene muchas partes, pero el Señor se refirió a una de ellas, los pámpanos conocidos también como sarmientos verdes, siendo su característica principal tierna y delgada. Ahora la unión que existe entre el ramo de la vid ósea el pámpano y el tronco principal es de lo más estrecha que puede imaginar. Porque de ella depende la vida, la fuerza, el vigor, la frescura y la proliferación del ramo. En tal sentido, separado este de aquella, se marchita y se seca.
La savia que fluye del tronco es lo que alimenta las hojas, los botones, las flores y la fruta. Ahora esto nos lleva a una analogía, que fácilmente se la puede observar, es decir tan precisa y tan real como es la unión de la vid con el pámpano, así es, la que existe entre Jesucristo y los hijos de Dios.
En sí mismos nosotros no tenemos ni vida, ni aliento, ni fuerza espiritual, sólo es posible permaneciendo en Cristo Jesús cada día. Por ello tengamos presente, lo que esto significa creer que Él es el Hijo de Dios, recibirlo como Señor y Salvador, obedeciendo la voluntad de Dios, proclamando las buenas nuevas de salvación y finalmente relacionándonos con Su pueblo, que espera su venida en santidad, Shalom.