1 Cor. 13:4 El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante;
Por: Daniel Mora Jiménez.
En los versículos anteriores, encontramos a Pablo exhortando al pueblo de Corinto sobre como los actos realizados sin amor no tienen ningun sentido o valor, por lo cual, ahora les expone las cualidades de un amor verdadero; hoy desarrollaremos el amor paciente.
La paciencia es una forma concreta de bondad, relacionada con la benignidad, la clemencia y la misericordia; se trata de una disposición para ayudar, o la tolerancia ante las faltas e importunidades. La biblia nos muestra el camino de Jesús hacia la crucifixión, en el cual sufrió vituperio, fue azotado, ultrajado, y al final crucificado pero ante todo esto no hizo otra cosa que soportar y exclamar “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. En esto vemos el amor paciente de Jesús, quien pasó por toda la vergüenza del pecado para imputarnos a nosotros su justicia y poder tener comunión con el Padre.
Al encontrar en Jesús este amor paciente, nosotros como sus discípulos, también debemos demostrar este amor paciente en la armonía e interacción con nuestro prójimo, por ejemplo, Efesios 4:2 nos señala que debemos soportarnos con paciencia, en relación a esto el libro de Eclesiastés 7:8 nos dice que “mejor es el fin de un asunto que su comienzo; mejor es la paciencia de espíritu que la altivez de espíritu”, es importante recordar que Jesús señaló cuan dichoso son los pacificadores, porque ellos serían llamados “hijos de Dios”.
Por último, esta virtud y fruto del Espíritu es muy importante en la vida del cristiano por cuanto en el podremos perseverar en las tempestades de la vida, en las pruebas y aflicciones, por cuanto, un amor paciente duerme tranquilo porque su confianza está en el Eterno, porque sabe que aunque en nuestro entendimiento del tiempo estas tarden, Dios es fiel para cumplir sus promesas. Es así que, si el dijo que volvería, yo pacientemente esperaré su regreso.