Lucas 19:10 “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”.
Por: Ericka Herrera de Avendaño
Jesús vivió con una profunda pasión por las almas perdidas. Su misión en la tierra fue rescatar a quienes estaban alejados de Dios, restaurarlos y darles vida eterna. Su amor inagotable lo llevó a buscar a los pecadores, sanar a los quebrantados y ofrecer salvación a todos. Como sus seguidores, estamos llamados a compartir esa misma pasión por las almas, que aún no han conocido la verdad.
Es fácil distraerse con las preocupaciones diarias y olvidar la urgencia del evangelio. Sin embargo, cada día miles de personas mueren sin Cristo, sin haber escuchado el mensaje de salvación. Esto debe conmovernos y motivarnos a actuar. No podemos ser indiferentes cuando hay vidas en juego. Tener pasión por las almas significa ver a las personas como Jesús las ve. Él no las juzgaba por sus errores, sino que las amaba y las llamaba al arrepentimiento. Cuando miramos a nuestro alrededor, debemos ver más allá de la apariencia externa y reconocer la necesidad espiritual de quienes nos rodean.
Para desarrollar un corazón apasionado por los perdidos, necesitamos acercarnos más a Dios. Cuanto más conocemos su amor, más queremos compartirlo. La oración y el estudio de la Palabra nos ayudan a mantener vivo el fuego de la evangelización. Además, la pasión por las almas nos impulsa a salir de nuestra zona de confort. Muchas veces tememos el rechazo o la incomodidad de hablar de Cristo, pero el amor verdadero nos lleva a vencer esos miedos. Si realmente creemos que Jesús es el único camino a la vida eterna, ¿Cómo podemos callar?.
Señor Jesús, pon en mí un amor profundo por las almas perdidas. No permitas que la indiferencia apague mi pasión por compartir tu evangelio. Dame valentía, compasión y oportunidades para hablar de ti. Usa mi vida para extender tu reino aquí en la tierra, Amén.