2 Timoteo 2:2 “Y lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”.
Por: Ericka Herrera de Avendaño
Este versículo nos revela el fundamento del discipulado cristiano. El apóstol Pablo, consciente de la importancia de transmitir la verdad del evangelio, instruyó a Timoteo para que, a su vez, enseñara a otros, creando así una cadena ininterrumpida de fe. El mandato de enseñar a otros es una responsabilidad que requiere integridad, compromiso y una vida coherente con el mensaje recibido.
Ser “hombres fieles” implica no solo conservar el conocimiento, sino también vivirlo de manera ejemplar para que otros puedan ver en nosotros la obra transformadora de Cristo. La fidelidad en la enseñanza y el testimonio personal son esenciales para que el mensaje del evangelio tenga el impacto deseado. Cada creyente es llamado a ser mentor y guía, a identificar a aquellos que necesitan crecer en la fe y a apoyarlos en su caminar espiritual.
¿Estamos dispuestos a asumir la tarea de instruir a otros? ¿Hemos cultivado una vida de coherencia y amor que inspire a quienes nos rodean? Es momento de evaluar cómo estamos cumpliendo este encargo y de pedir a Dios que nos capacite para ser instrumentos efectivos en la multiplicación de su reino, Amén.