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Juan 17:21 “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”.

Por: Xavier Yánez Cando

Continuando con el capítulo 17 del libro de Juan, Jesús ora al Padre en la noche antes de ser crucificado, este versículo nos revela el profundo deseo de que sus seguidores sean uno. Esta unidad no es simplemente una unidad organizacional, sino una unidad espiritual, basada en el amor y la comunión con el Padre y con el Hijo. Esta unidad es tan poderosa que tiene el potencial de convencer al mundo de la verdad del evangelio.

Jesús ora para que seamos uno como él y el Padre son uno. Esta unidad no es algo que podamos lograr por nosotros mismos, sino un regalo de Dios que recibimos a través de nuestra unión con Cristo, La unidad de los creyentes es un testimonio poderoso del amor de Dios. Cuando el mundo ve nuestro amor y unidad, se siente atraído hacia Cristo.

Jesús nos llama a la unidad para que el mundo crea que el Padre lo envió. Nuestra unidad es esencial para cumplir el propósito divino de compartir el evangelio con el mundo.

Este texto nos llama a reflexionar en lo siguiente: ¿Estoy buscando la unidad con mis hermanos en Cristo? Y finalmente ¿Estoy consciente de que mi unidad con otros creyentes es un testimonio al mundo? La mejor manera de que el mundo crea el amor de Dios es viendo a una iglesia unida, preocupada por el bienestar del prójimo.

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