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Santiago 3:17 Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.

Por: Dayse Villegas Zambrano

Cuando usted tiene sabiduría de lo alto, no se puede dudar de dónde la ha obtenido, porque tiene unos rasgos que la identifican. Sus palabras, actos y decisiones son puros, pacíficos, amables, benignos, llenos de misericordia y de buenos frutos. 

Cuando Faraón escuchó hablar a José, dijo: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como este, en quien esté el espíritu de Dios? 

Todos en Babilonia sabían que en Daniel había un espíritu superior. Hasta sus enemigos dijeron: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.

Cuando Nicodemo se armó de valor para ir a ver a Jesús, tuvo que reconocer la superioridad que había en él. Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. 

Completemos el ejercicio. ¿Qué dirán las personas de nosotros? Que estamos proyectando pureza, paz, amabilidad, bendición, misericordia y bondad, sería lo esperado. Lo peor que podría pasarnos es que estemos reflejando incertidumbre, duda, ambigüedad en nuestras posturas y decisiones, a veces parecemos creyentes y a veces no. O hipocresía, manifestamos creer algo pero con nuestras acciones contamos una historia muy diferente. 

Alejémonos de esa manera de vivir. Que otros puedan ver que no actuamos solos, sino como resultado de una vida de comunión con el Espíritu. Él produce el fruto, nosotros lo llevamos por donde vamos y hacemos sentir su dulce fragancia a nuestro paso.

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