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Santiago 4:16-17 Toda jactancia semejante es mala; y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.

Por: Dayse Villegas Zambrano

En este mundo es muy importante, sea que uno esté buscando trabajo o no, nuestra hoja de vida. Es impresionante cómo este documento ha evolucionado hasta ser una especie de biografía que solo incluye lo bueno y lo mejor de cada uno, a veces incluso retocando y adornando ciertos aspectos, habilidades y logros para lograr atraer a los buscadores de talento. Incluso se ven títulos que sospecho que ninguna universidad otorga. Es como si fuera una oportunidad de hablar de mí, de mí y de mí. Así es el mundo, son sus reglas. 

Pero nosotros vivimos en el régimen del Espíritu. Santiago, un maestro formidable, no hubiese aceptado nuestras hojas de vida modernas. Con su habitual franqueza, hubiese dicho: Muéstrame tus obras. En otras palabras, ¿para qué es bueno usted? No me lo diga. Demuéstremelo. Vaya y póngalo por obra. Santiago sigue enseñándonos que más valor tiene lo que el hombre hace que lo que dice que puede hacer o que hará. 

En lo espiritual, Santiago nos advierte contra la jactancia. ‘Iremos, estaremos, negociaremos y ganaremos’ parecía ser el discurso común incluso entre los cristianos. Castillos en el aire. Cuando hablamos mucho de lo buenos y listos  que somos, estamos cometiendo pecado. 

Santiago, un maestro de acción y de pocas palabras, nos desafía a actuar. ¿Sabes hacer todo eso que dices? Deja de hablar de ello, y pon manos a la obra, porque mientras más hablas y pierdes tiempo en divulgar tus habilidades, estás incurriendo en pecado. Nuestras virtudes son para ponerlas en práctica, no para hablar de ellas. Nuestra conducta nos presentará mejor que nuestras palabras. 

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